viernes, 16 de enero de 2009

QUE ME ENCIERREN EN UN CAFÉ MARRÓN Y TIREN LA LLAVE


Si bien uno puede encontrar en el lugar más recóndito del universo una pizzería, un pub irlandés o un restaurante chino ―y cada vez más, hasta un bar de tapas― sólo en esta parte del mundo podrás deleitarte con un café marrón. Y es que el paso de los siglos no se puede exportar.

Los bruine cafés son la esencia misma de una ciudad anclada cómodamente en su pasado. Ese complemento ideal para que nada desentone en nuestro viaje en el tiempo. Acogedores templos en claroscuro donde la ginebra es un elixir celestial que se niega a compartir protagonismo, la cerveza cien aguas benditas y las meat balls el ansiado maná con que avituallar el agradable camino.

Los cafés marrones son pequeños y recargados ―de toneles, cuadros y viejas botellas de piedra de jonge―, remansos de paz durante el día ―ideales para la lectura y las confidencias a media voz― y bulliciosos al caer la tarde ―idóneos para una sociabilización etílica que nada sabe de diferencias generacionales―. Oscuros, y endiabladamente acogedores, no conocen de otra banda sonora que las voces de sus parroquianos y el chocar de las copas a la lumbre de una vieja estufa.
Retazos de otro Ámsterdam; aquél de Rembrandt, Espinoza y Descartes; aquél de marinos y colonias de ultramar. Retazos en desgastada madera ―madera oscura en paredes, suelos, barra y allá donde mires― ajenos a una modernidad y a un turisteo que queda al otro lado del umbral. Huérfanos de la niebla de pipas y cigarrillos que no de los tres siglos de historia ―de los tres siglos de historias― que nos contemplan desde cada esquina alimentando ese temor reverencial que es más cercano al ―merecido―respeto por estos ilustres ancianos que otra cosa.

Recomendaciones:

Para terminar esta oda al café marrón nada mejor que las recomendaciones de turno. En este caso algo tremendamente facilón pues TODOS son recomendables. Aún así apunto el Oosterling 1877 en Utrechtstraat por ser el del barrio y el Pieper por su antigüedad ―1665―, por estar ubicado en el más bello paseo que puede darse en Dam ―recorrer Prinsengracht hasta el número 424―, por su ambiente de clientela de siempre y por hacerte sentir como parte de ella.

Más recomendaciones:

Para los que gustéis de la ginebra optar siempre por la joven y los amantes de otros espirituosos ―tipo whisky o ron― decidiros por la ginebra vieja de tintes pardos; nomenclaturas que nada tienen que ver con la edad sino con la diferente elaboración cuyos resultados son antagónicos. Además, la degustación de ginebras, tiene como maravillosa costumbre el combinarla con un buen vaso de cerveza. Aquí cualquiera nos vale pues en Ámsterdam hasta la Heineken es exquisita.

Ya para terminar un agradecimiento a todos/as los que seguís este blog y gracias por las más de 500 visitas recibidas en menos de 3 meses. Tal vez todavía hay una esperanza para este mundo.

7 comentarios:

Anónimo dijo...

"Tal vez todavía hay una esperanza para este mundo" No será mejor simplemente dejar que suene Marvin Gaye?

Dani Llabrés dijo...

Marvin, el Gran Marvin, es el bálsamo ideal para arrancar los malos momentos pero también el reactivo perfecto para encender la mecha de la acción. Puede que no nos quede otra que simplemente dejarlo sonar pero haré como si no lo supiera y me quedaré con la opción banda sonora del amago de seguir jugando distinto.

Anónimo dijo...

Atención!!!, Cuidado!!!, todo es un fraude....Mirad bajo, todos, el enlace que acompaño....El señorito Manumisión ha plagiado la página sobre el café-marrón....Ya sabemos de dónde saca sus ideas...Eso se llama en mi pueblo, robar.....Menudo, jeta, además de Vago, Lamposo.

http://www.diariodelviajero.com/2008/10/06-los-acafes-marronesa-en-amsterdam

Dani Llabrés dijo...

Estimado Enmascarado de ¿la Verdad?:

Parafraseando a Forrest Gump, pues no creo que se merezca nada más elevado, "tonto es el que dice tonterías".

Anónimo dijo...

Parafraseando a Will Smith...

"El que se pica, es por que ajos come"

Lamposo, Usurpador del trabajo ajeno...Uds no ha pagado su derecho a recibir su manumisión.

David dijo...

Vale, entonces supongamos que quiero introducirme en el mundo de la ginebra. A mi me place el whisky (a poder ser sólo y sin hielo)por lo que según tu consejo debo atizarle a la ginebra de tintes pardos (espero saber distinguirla...)pero lo que me descuadra es lo de la cerveza: ¿se bebe antes, durante o después de la ginebra?

Dani Llabrés dijo...

Estimado David:

Tenga Ud. en cuenta que la ginebra fue inventada en estas tierras y que cualquier parecido con la realidad que conocemos -sólo acepatable con la ayuda sanadora de la tónica- es mera coincidencia abismal.

La cerveza es para intercalar tragos entre una y otra de esas bebidas que son orgullo patrios entre tulipanes.

Fuera de Holanda no existe el gin sin tonic ni el tonic sin gin.